Antes de someterse a la intervención muchas personas creen que van a sentir una sensación extraña una vez tengan los implantes. Sin embargo, no sería exagerado afirmar que los pacientes no notan la diferencia entre sus propios dientes y el implante.
Un implante, estéticamente, puede dar una apariencia tan natural como la del diente original, siempre y cuando tengamos en cuenta el color del esmalte a la hora de la rehabilitación.
A la hora de morder o masticar, la adaptación es rápida ya que las sensaciones también son similares a las de los dientes naturales. Sin embargo, nuestros propios dientes están rodeados de un ligamento periodontal que permite que tengamos sensación de presión al morder o masticar. Los implantes no cuentan con ese ligamento, por lo que puede que la sensación de presión no se sienta exactamente igual y se sienta menos eficiente la masticación. De igual manera, sigue siendo la mejor opción de recuperar un diente de forma fija.
Si es un implante la adaptación es rápida; si vamos aumentando la cantidad, puede ser el proceso sea más lento.