A pesar de que el índice de fracaso de los implantes es de tan sólo el 2% en manos de un profesional y de un hueso idóneo, en ocasiones éstos se pueden infectar, fracturar o presentar un pérdida ósea. Además, un implante colocado erróneamente por alguien sin la suficiente experiencia, puede hacer que éste se desvíe de la dirección de la raíz, apareciendo partes del metal del implante a través de la encía. En estos casos, será conveniente la extracción y recolocación de un nuevo implante.
Para retirar un implante dental, tendremos que eliminar la fina capa de hueso que rodea el mismo valiéndonos de una fresa, para después desenroscarlo y extraerlo. Si el hueso remanente lo permite, en el mismo momento de la extracción, colocaremos un nuevo implante que será de un calibre mayor que el anterior.
Si no se pudiera colocar un nuevo implante en el momento, cerraremos la encía y dejaremos que el hueso se regenere de manera natural o con ayuda de un injerto de hueso, si fuera necesario, para volver a colocar un implante nuevo tres meses después de dicha cirugía.