De sobra es sabido que los efectos del tabaco en nuestro organismo son dañinos. Y en el caso de la boca no es menos, ya que el humo pone en riesgo el éxito de los implantes dentales: enlentece su cicatrización, genera infecciones, dificulta la oseointegración, disminuye la capacidad de reparación de lesiones, pigmenta el esmalte y favorece la acumulación de placa.
Es por ello que será recomendable interrumpir el consumo de tabaco 2 semanas antes de la colocación de los implantes, y alargar este periodo hasta 8 semanas después de la cirugía.
Se trata del espacio de tiempo correspondiente al proceso de oseointegración, ya que del éxito de la cicatrización entre el hueso y el implante dependerá el éxito de la intervención.
Para casos en los que la adicción no permite dejar el hábito de manera permanente, se recomendará que se fume por debajo de los 5 cigarrillos al día, por lo menos los dos primeros meses de cicatrización.